El árbol como símbolo Rogério Ribeiro, uno de los exponentes de la escena artística portuguesa contemporánea, celebró en el año 2000, en el Palacio Galveias de Lisboa, sus cincuenta años de actividad artística. Se homenajeó así la trayectoria ejemplar de un artista-docente que aunó la reflexión crítica y la creación en diversas expresiones: dibujo, pintura, grabado, cerámica, tapicería, demostrando así su versatilidad. En los dibujos de pequeño formato y en las inmensas pinturas, a veces formadas por paneles yuxtapuestos, se destacó la maestría técnica del autor, inseparable de un alto sentido estético y de un soplo poético que anima el conjunto de su obra. El rigor del trazo, la fuerza de la línea, su ritmo, transmiten en los dibujos, la respiración de las formas plásticas, no una imitación de la vida, sino el reflejo de tu alma escondida. En pintura, bajo el signo de lo figurativo, el esplendor de una materia plástica que sutilmente afirma su poder en el diálogo de formas y espacios, orquestado por el agudo sentido de las proporciones, estudiado en función de una composición guiada por el equilibrio y la armonía dentro de un complejidad sorprendentemente creativa. En estas serigrafías, el pintor representa un escenario de trabajo que, por los motivos involucrados, árboles, escaleras, proporciona una composición entrelazada y rica, animada por tonos fríos y cálidos en armonías guiadas por la particular maestría del pintor. El árbol asociado con el árbol. La escalera aparece como motivo simbólico de la ascensión y de la redención ligada a ella.